La Misión más Difícil del Rey Arturo

Autor: José Manuel Guzmán Godos

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Hablar del Rey Arturo nos remite a la aventura medieval, a los castillos, a los torneos de caballeros en defensa del Honor de las damas, a los magos y las hechiceras, a la espada en la piedra, a los caballeros de la mesa redonda y a las aventuras de los caballeros andantes.

Sin duda, esa leyenda ha permeado en el colectivo de las generaciones y como toda buena leyenda, encierra, aparte de la aventura y el romance, alguna moraleja o reflexión de vida y esta no es la excepción.

Llegó a mi hace ya algún tiempo, y me gustó mucho. Como todas las leyendas que pasan de generación en generación, puede perder o tergiversar algunos elementos sin embargo, el mensaje final se conserva. Espero que la disfruten.

Arturo era muy inquieto en su juventud y le gustaban las aventuras. En su preparación para ser Rey, se entrenó en el arte de la caza y con mucha regularidad iba a cazar con un grupo de amigos o con su guardia personal. De vez en cuando le gustaba internarse solo en los bosques y disfrutar su cacería.

Un día se metió accidentalmente en los dominios de un cruel monarca que no toleraba que intrusos invadieran su territorio. Los guardias de este monarca, lo capturaron y lo llevaron a su presencia.

“Ejecútenlo” ordenó a los guardias. Arturo permaneció inmutable, lo cual llamó poderosamente la atención del Rey quien pidió a sus esbirros que no se lo llevaran y que deseaba hablar con él.

Joven, no sé quién eres pero, tienes una gallardía y ojos inteligentes que no he visto en los condenados a muerte… me nace darte una oportunidad de vivir. Te perdonaré la vida a cambio de una información que preciso tener: “dentro de treinta días, quiero que regreses aquí con una respuesta… a pesar de mi poder y mi sabiduría que me han dado los años, aún no he podido averiguar lo que ahora te voy a encomendar… en un mes debes traerme la respuesta a esta pregunta: "¿qué es lo que quieren las mujeres?”

Sin inmutarse, Arturo, accedió en volver en un mes con la respuesta con el fin de salvar su honor y su vida. El rey aún amenazó con decirle que no intentara escapar porque lo tendría estrechamente vigilado.

Pensando que sería una encomienda fácil de cumplir, Arturo procedió a hacer la misma pregunta a cuanta mujer se le atravesaba en el camino. “¿Qué es lo que quieren las mujeres?”

Las mujeres lo pensaban unos momentos y trataban de responder: ¿Qué queremos las mujeres? Déjame pensar: Si algo se nos antoja decimos… ”tengo antojo de algo, pero no sé de qué”; si queremos ir a algún lugar, ya que estamos ahí decimos: “¿para qué habré venido aquí?” Si queremos salir y arreglarnos, aunque tengamos mucho que ponernos decimos: “no sé qué ponerme”; si decimos que no queremos estar involucradas en una situación, resulta que cuando menos lo pensamos, ya estamos metidas hasta el cuello y lo peor es que estamos enamoradas de Pedro y terminamos casadas con Juan… No Arturo, lo siento, no te puedo ayudar… no sé qué es lo que queremos las mujeres.

Arturo se sintió desconsolado. No había respuesta, y el plazo se agotaba… MORIRÍA. De modo que, en silencio, se preparó para cumplir con su destino. Se fue a una taberna, pidió una descomunal garrafa de vino y decidió esperar su hora final…

Aturdido y deprimido, dispuesto a morir, Arturo escuchó de pronto una entusiasta voz que le llamaba: ¡Arturo, amigo! No luces muy bien… ¿qué ocurre contigo? Vamos cuéntame… por un momento, Arturo se sintió aliviado, pero después de narrar todo a su amigo, volvió a entristecer y comentó: Amigo, no hay remedio… moriré… nadie sabe la respuesta. Su amigo insistió: ¡Yo sé quién tiene la respuesta! ¡La bruja de la comarca! Es horripilante, repulsiva, nada agradable a la vista ni a los sentidos, es maloliente y desdentada, luce sucia y tiene una voz chillante, pero es una vieja sabia… ve con ella y te ayudará… sólo ten cuidado de una cosa, a quien ayuda le pide un alto precio por sus servicios… ”Por eso no hay problema… recuerda que pronto seré Rey y podré pagarle cuanto pida…

Arturo se encaminó a la choza de la vieja bruja y la encontró en su desvencijada choza… lo recibió con una risotada y le preguntó que quería… Arturo le contó la encomienda del Rey, las preguntas sin respuesta a las mujeres, y la sugerencia de su amigo para que la consultara…

La bruja dijo: “te habrán dicho que cobro muy caro por mis servicios”

Arturo respondió: “Te puedo pagar lo que quieras tengo mucho oro”

La bruja dijo: “¡No es oro lo que busco… el precio que te pido es que me traigas a tu amigo que te envió y lo convenzas para que sea mi esposo!”

¿Sabes lo que estás pidiendo? ¿No te has visto en un espejo? Lo siento… pides un imposible, mi amigo es el más codiciado del reino… lo que pides es absurdo… de cualquier manera, gracias por recibirme dijo Arturo…

Volverás… dijo la bruja.

Prefiero morir que entregarte a mi amigo.

Arturo regresó a la taberna… pidió más vino y se resignó a morir… Su amigo llegó y preguntó…: ¿cómo te fue amigo? Verdad que la bruja tenía la respuesta? ¿Cuál es?

¡Ay amigo… si, la bruja tiene la respuesta, pero su petición es absurda…

¿Qué te pidió, amigo?

Ella desea que tú seas su esposo… eso es una locura! ¿Cómo te casarías con una bruja? Dile que acepto ser su esposo…

¿Unido a una espantosa bruja? ¡No lo permitiré! Amigo… voy a morir.

No morirás… dile a la bruja que acepto ser su esposo… y no hay pero que valga… Arturo, recuerda que en una ocasión, en un combate, dos soldados me tenían a su merced y estaban a punto de matarme... tu llegaste, te batiste con ellos y me salvaste de morir, es mi hora de pagar ese gran lance, “dile a la bruja que acepto ser su esposo”

Arturo no tuvo más remedio que aceptar el argumento de su amigo. Volvió a la casucha de la bruja…

“Sabía que volverías”

Mi amigo aceptó casarse contigo… ¡la respuesta bruja!

Veo que estás ansioso… esta es la respuesta: “lo único que quieren las mujeres es ser dueñas y señoras de sus propias decisiones”

Arturo replicó: ¡No es verdad, siempre están en contradicción… ni ellas mismas saben lo que quieren!

Eso es aparente, dijo la bruja, al final quieran o no, hacen lo que son sus propias decisiones, equivocadas o no, lo que necesitan es respeto para realizarlas. Ya cumplí, pronto iré a cobrar por mis servicios.

Arturo se presentó ante el Rey que le solicitó la investigación, después de recibir la información lo dejó libre.

Para esa tarde se celebraría la boda. Toda la comarca estaba presente. Hora de la boda, la bruja no llegaba, todos estaban expectantes… una hora después, llegó la bruja… zb>no se bañó, no se cambió, durante el banquete, se embriagó, comía con las manos, y lanzaba risotadas grotescas con la boca llena, soltaba palabrotas, y se subió a la mesa a bailar, de cuando en cuando, soltaba gases muy olorosos, su esposo sólo observaba y nada decía…

Terminó el banquete de bodas era hora de cumplirle a la bruja… era noche de bodas con todo lo que implica.

El esposo cargó a su esposa haciendo su cara a un lado y la depositó delicadamente en su lecho nupcial. “Me pondré cómoda” dijo la bruja”… el esposo, resignadamente se decidió a esperar…

En pocos minutos una bellísima mujer salió de donde la bruja había entrado… intrigado el esposo pregunto: “¿quién es usted? No vio entrar ahí una mujer grande vestida de negro?”

“Soy yo, tu esposa” dijo la mujer… "eres un hombre inteligente, durante el banquete hice cosas reprobables y no me dijiste nada… seguramente recordaste que, todo lo que desean las mujeres es ser dueñas y señoras de sus propias decisiones”

Por tanto, decidí que sería así de hermosa como me ves ahora durante doce horas del día y las otras doce horas, con aspecto de bruja… y te pregunto: ¿te gustaría que fuera hermosa por la mañana y bruja por la noche y me lucieras de tu brazo en público y me cumplieras como esposa con aspecto de bruja por las noches? o ¿que me lucieras de tu brazo como bruja en público y me amaras como la belleza que ves ahora por las noches?

El esposo se le quedó viendo fijamente y le dijo: “como tú prefieras” la mujer dijo: Recordaste nuevamente que lo único que quieren las mujeres es ser dueñas y señoras de sus propias decisiones, por eso yo decido, ser la bella mujer que ves ahora, las 24 horas del día.

Moraleja de esta historia… sólo podemos ser auténticos y plenos cuando los demás son conscientes de que damos lo mejor de nosotros mismos cuando nos dejan ser.

Saludos cordiales.

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