Atila, El Azote de Dios

Autor: José Manuel Guzmán Godos

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Es el nombre de un bárbaro y feroz guerrero chino de las estepas del Turkestán que se distinguió por su crueldad y capacidad guerrera. Era implacable con sus enemigos. Como líder y militar consiguió unificar tribus de su raza disgregadas en distintos puntos de Europa y reunió un poderoso ejército… tan poderoso, que hizo pagar tributo a los romanos, tan poderoso, que se hacía llamar el azote de dios y que donde pisaba su caballo, la hierba no volvía a crecer.

Su padre y su abuela murieron cuando él era muy jovencito y su tribu se atrevió a cazar en dominios de otro clan cuyos miembros lo consideraron una afrenta y, en venganza, arrasaron con su tribu.

Él fue rescatado por su tío que era jefe de otro clan y con su nueva familia aprendió el arte de ser guerrero huno.

Tenía un hermano mayor, Bleda, más bien su primo mayor. Para ser el rey de los hunos, tuvo que enfrentar a su hermano y matarlo…

A los pueblos conquistados les cobraba altos tributos y extendió su territorio por toda Europa central enriqueciendo su pueblo y mejorando su forma de vivir ya que los hunos no poseían ciudades sino rústicas aldeas.

Aun siendo bárbaro, Atila sabía pactar, negociar e impartir justicia, era justo con sus colaboradores cercanos y sabía divertirse.

Tuvo una esposa que era esclava, era pelirroja la amó muchísimo, procrearon un hijo pero ella murió en el parto. Posteriormente, tuvo otras doce esposas y más de veinte hijos.

Atila fue acompañado toda su vida por una hechicera que tenía visiones certeras del futuro del huno. Normalmente, eran certeras. Se le vaticinó que sería rey de los hunos cuando encontrara una espada reservada a tal personaje selecto. La encontró. Se le profetizó que nunca se hincaría ante nadie en señal de sumisión… así sucedió.

Cuando fue invitado a Roma después de aliarse a los romanos en una guerra que ganaron a los visigodos, tuvo oportunidad de disfrutar la hospitalidad de los anfitriones y ahí conoció varios conceptos que lo cautivaron: el orden y organización de la ciudad, las orgiásticas celebraciones, la belleza de las romanas y sobre todo el placer de un baño caliente en una piscina, de la cual no tenía conocimiento… mientras vivió, esa fue su obsesión, convertirse en poseedor de una, lo cual logró solo rústicamente.

El temor más grande de los romanos era el de ser invadidos, derrotados y esclavizados por los hunos; sólo llegaron a las orillas de Roma. En ese tiempo, el Emperador era Valentiniano III, un emperador pusilánime y decadente que tuvo que ceder su poder a su madre y encargar los asuntos del estado a un militar romano de nombre Aescius.

Fue finalmente el Papa León I, quien tuvo que negociar con Atila a cambio de un gran cargamento de oro para que desistiera de su campaña de invasión a Roma.

Sin duda Atila fue un gran guerrero. Vivió lo que le dictó su consciencia e hizo lo que las circunstancias de su tiempo le obligaron a efectuar.

Tomó por esposa a una de sus esclavas, muy parecida a la mujer que tanto amó, y sus historiadores narran que fue ella quien, en la noche de bodas, lo envenenó… debido a que, Atila y su ejército habían arrasado su aldea y habían asesinado a sus padres y familiares; paradójico final de un fiero combatiente que terminó su vida por obra de su propia mujer.

Saludos cordiales.

11/Abril/2016

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