Así se decía en el juego de las canicas, que sin duda muchos de nuestros lectores, tuvieron la fortuna de jugar cuando eran niños o adolescentes. Esto se exclamaba cuando “el tirito", chocaba con otra canica aparte de la que quería eliminar y quería decir que el que tiraba, no sólo perdía su canica, sino aquél al que había “matado”, volvía a la vida.
¡Ah, que tiempos tan bonitos! aquéllos en los que podían los niños salir al patio de su casa, a un jardincito o parque, o a una superficie plana de tierra… y ahí mismo, dibujar un círculo en dónde cada jugador ponía una o dos canicas, se sorteaban los turnos y se debían sacar las canicas de un certero tiro… el que tenía más puntería y sacaba las canicas, repetía los tiros, hasta que no pudiera o hasta que lo “mataran”
Era similar el juego con un círculo, un cuadrado, o una estrella. Los niños más hábiles, ganaban la mayoría de las canicas y las guardaban.
Algo similar ocurría cuando en lugar de sacar las canicas de una figura geométrica, debían de meterla en un hoyito que se hacía en la tierra, se pintaba una línea a partir de determinados pasos y se turnaban los tiradores por cada vez que se acertaba a meterla al hoyito, todos los jugadores debían darle una canica al que lo lograba.
Los nombres de las canicas era algo especial también:
Los tiritos, eran canicas de vidrio de un solo color, o con cuatro rayitas. Éstas eran llamadas “tréboles” había mucha preferencia por las de color rojo las cuales eran llamadas “diablitos”; las canicas que se jugaban eran “las agüitas”, que tenían menor valor que los “tiritos”, a veces se cambiaban tres agüitas por un “tirito”
Las canicas más baratas eran las de barro, duraban muy poco, pero los niños que tenían poco dinero, podían comprar esas canicas de barro y arriesgarse a que los otros se las quebraran rápidamente, aun así era emocionante jugar y divertirse.
Otra alternativa, era jugar con balines del tamaño de la canica normal, las cuáles eran “cascareadas” o francamente partidas en pedazos si el que las utilizaba tenía buena puntería; otra alternativa, eran los balines grandes o las canicas denominadas “bombochas” o “chibolones” las cuales hacían destrozadero de canicas normales y de barro.
Una característica extraordinaria del juego de canicas era el del especialísimo vocabulario que se empleaba a la hora de jugar:
“No se vale comer mano” se decía cuando el que debía tirar adelantaba tramposamente su mano para sacar ventaja y quedar más cerca del “hoyito” o de la canica que debía sacar del círculo o era blanco de eliminar a otro jugador al atinarle a su “tirito”
“Altas y bien paradas” se le decía al tirador en turno para que se apoyara en su rodilla y tirara desde esa incómoda posición con el fin obvio de que fallara su tiro.
“Estás calacas” cuando un jugador le daba a tu “tirito” o te ahogabas en el “hoyito”
“Safín safado no es perdonado” quería decir que si se te safaba la canica antes de poder efectuar el tiro definitivo, perdías tu oportunidad de tirar en esa ronda.
“De retache si se vale” lo decía el jugador si pegaba en alguna pared y su tiro daba en otra canica.
Sólo son algunas de las frases, si te sabes más háznoslas saber.
Se sabe que el juego de las canicas se ha disfrutado desde tiempos remotos por niños de casi todas las culturas del mundo. El nombre de canica proviene del idioma alemán “Knicher” que significa: bolitas con las que juegan los niños.
A la canicas también se les conoce como “cuicas o cuirias”
De modo que si este escrito te ha hecho recordar tiempos agradables, saca tus “tiritos” tus “agüitas” tus "bombochas y chibolones" y vámonos a jugar “cuirias”.
Saludos cordiales
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